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Visto: ‘Sueños y visiones del rey Ricardo III’, un monarca abrumado por los fantasmas

Terele Pávez y Juan Diego, en 'Sueños y visiones del rey Ricardo II'. Autor: Sergio Parra

Terele Pávez y Juan Diego, en ‘Sueños y visiones del rey Ricardo II’. Autor: Sergio Parra

La fascinación por Ricardo III es lógica. En los manejos de Gloucester en la obra de Shakespeare vemos a un estadista maquiavélico avant la lettre. Y, sin embargo, la obra está teñida de unos sueños, premoniciones y maldiciones que configuran un mundo que tiene una gran relación con Macbeth (o Julio César, o Hamlet…). Y es precisamente en ese mundo onírico en el que fija su atención la versión de José Luis Sanchis Sinisterra que, bajo el título de Sueños y visiones del rey Ricardo III la noche que precedió a la infausta batalla de Bosworth, está en este otoño en el Teatro Español de Madrid.

Sanchis ha recreado el texto de Shakespeare, «organizando sus escenas, personajes e interacciones según otros principios compositivos, concentrando espacios, tiempos, diálogos y situaciones en torno a un nuevo centro dramatúrgico —la escena tercera del quinto acto— «, en la que los fantasmas de las víctimas de Ricardo se le aparecen para repetir ese verso que utilizó Javier Marías para titular una de sus novelas: «Mañana en la batalla piensa en mí«.

El resultado es respetuoso con Shakespeare (aunque el flashback no sea un recurso renacentista) y la puesta en escena de Carlos Martín, con proyecciones sobre unos telares vaporosos contribuyen a marcar los espacios de los sueños y la realidad. En cuanto a los actores, en la función a la que asistí (el 5 de diciembre) no tuvieron su día. Hubo demasiados problemas de fluidez con el libreto, con cortes e interrupciones, poco habituales en una obra que ya lleva un mes en cartel. Por lo demás, todos entregan el texto con solvencia, aunque, tratándose de una obra amplificada, podría reclamarse un poco más de claridad, especialmente a Juan Diego.

De Ricardo tenemos una imagen que se acerca más a la del Rey Lear que a la del príncipe de Dinamarca. Sin embargo, y a pesar de Ian McKellen o de Juan Diego, Gloucester solamente tenía 32 años cuando murió. Es más, Buckingham solamente tenía 28. Richmond, el que fue después Enrique VII, aunque normalmente se presenta como un joven que compite por el trono, solamente se llevaba cinco años con Ricardo. En cambio, la duquesa de York, la madre de Ricardo III, sí había cumplido ya los 70 años el día de la batalla de Bosworth.

Por supuesto, esto no quiere decir nada. En la obra no se fija la edad de los protagonistas (al contrario de lo que ocurre, por ejemplo, en Romeo y Julieta). Y, del mismo modo que no esperamos ver a una Julieta de 14 años, tampoco nos imaginamos a un rey de Inglaterra conspirador a los 30 años. Aunque sería interesante un Ricardo III con Hugo Silva en el papel de Gloucester y Mario Casas en el de Buckingham.

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