Leído ‘El Tercer Reich en la historia y en la memoria’ o la complejidad del nazismo

Una pareja hace camping junto a un lago con un Volkwagen Escarabajo, entre 1938 y 1944. Bundesarchiv.
Richard J. Evans es uno de los historiadores más destacados de la historia reciente de Alemania. Su monumental estudio en tres volúmenes sobre el Tercer Reich (La llegada del Tercer Reich, El Tercer Reich en el poder y El Tercer Reich en guerra, editados en España por Península) forma, junto con la no menos monumental biografía de Hitler de Ian Kershaw, un marco de referencia para quien quiera acercarse de una forma seria a un periodo determinante en la historia del mundo.
The Third Reich in History and Memory, que acaba de traer a España la editorial Pasado & Presente bajo el título de El Tercer Reich en la historia y la memoria (en traducción de David León; la edición que he manejado es la original inglesa) es una colección de ensayos, artículos o críticas de libros, escritos desde 1999 y organizados en torno a diversos temas que son una muestra de la complejidad con la que se puede abordar el régimen de Hitler: la república y el reich, la economía, la diplomacia, la política del genocidio…
El espíritu que anima el libro se refleja en el prólogo, cuando explica que ya no se puede escribir sobre el Tercer Reich «sin pensar también sobre cómo sobrevivió su recuerdo, a menudo de forma compleja y sorprendente, en los años de la posguerra». En ese marco, hay asuntos que, por poco habituales, hacen el libro especialmente atractivo: en qué medida el genocidio de los herero, un pueblo de la Namibia actual, a principios del siglo XX, es un precedente del Holocausto; cuál fue, de verdad, la relación de Hitler con Eva Braun («si un hombre como Hitler fue capaz de un amor humano normal hacia otra persona, entonces ¿qué poder tiene el amor?», se pregunta Evans); cómo los arquitectos y urbanistas vieron en la destrucción causada por la guerra una oportunidad para crear nuevas ciudades, cuando los habitantes, en realidad, querían recuperar las que tuvieron o la historia del Volkswagen Escarabajo, como símbolo, primero del proyecto nazi Kraft durch Freude (Fuerza a través de la Alegría, el programa de ocio obrero) y después de un cierto tipo de libertad en los años sesenta .
Por supuesto, están presentes los temas clásicos, como en qué medida el Holocausto judío es único en la historia de la Humanidad (y lo es, dice Evans, por la pretensión global que animaba a los nazis) o cuál fue el grado de consentimiento que dieron los alemanes a las políticas de Hitler.
En este sentido, Evans recuerda cómo los nazis acabaron con poderosas y amplias organizaciones, como las comunistas, socialdemócratas y, de una forma en general menos violenta, católicas, por lo que no está tan claro que el apoyo de los alemanes a los nazis fuera tan voluntario como sugieren Gelatelly (Backing Hitler) y Johnson y Reuband (What we knew).
Es imposible entender el terror desatado por los nazis sobre las personas de las regiones que conquistaron, especialmente en el este y sureste de Europa, y sobre los judíos en todas las áreas ocupadas del continente, a menos de que comprendamos el hecho de que lo habían desatado antes sobre grandes sectores de su propio pueblo antes de 1939: y no sólo sobre minorías pequeñas y despreciadas de marginados sociales, sino sobre millones de sus conciudadanos; en realidad, en un nivel u otro, en un grado u otro, sobre una gran mayoría de ellos.
Como todos los buenos historiadores, Evans es capaz de revelar la complejidad de un asunto sin hacer que sea más complicado todavía para el lector, y alerta del peligro de llegar a conclusiones demasiado fáciles, o demasiado apresuradas, sin un estudio razonado de las pruebas que se tienen.
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