‘Mucho teatro’, mi serie sobre escenarios y política para las autonómicas

Desde la izquierda, José Miguel Nuin, María Chivite, Ana Beltrán, Uxue Barkos, Javier Esparza, Adolfo Araiz, Diego Paños y Laura Pérez.
Unos días antes de que comenzase la campaña electoral, Diario de Navarra reunió en el Teatro Gayarre a los ocho candidatos a presidir el Gobierno de Navarra cuyas formaciones tenían más probabilidades de entrar en el Parlamento, para un reportaje gráfico realizado por José Carlos Cordovilla y Eduardo Buxens que daba el pistoletazo de salida a la competencia por los votos. Siguiendo con esa imagen, durante toda la campaña mantuve una sección en el periódico en el que se relacionaba a los candidatos, sus formaciones y otros aspectos electorales, con diferentes obras de teatro, hasta que se echó el telón, al día siguiente de las elecciones. Estos son los dieciocho artículos, en orden de publicación. En cada uno hay un enlace al PDF de la página del periódico en el que apareció.
Los candidatos ‘Trabajos de amor perdidos’, de Shakespeare
El verso número 12 de Trabajos de amor perdidos condensa la promesa eterna de la política foral: “Navarra será la maravilla del mundo” (Astrana Marín, con más entusiasmo aún, traducía “será el asombro del universo”). Poco importa que Shakespeare se inventase un rey de la Navarra francesa. O que la principal causa de esa admiración fuera el juramento que hacen él y sus compañeros de apartarse tres años de las mujeres para estudiar, “no tomar alimento un día a la semana y no hacer sino una comida al día, dormir tan solo tres horas de noche y no cerrar los ojos en el curso de la jornada”. Con ese panorama no sería fácil construir una marca turística. O un programa electoral. Escrita con un lenguaje complejo, lleno de paradojas y expresiones extrañas, es la obra de Shakespeare más difícil de entender, como lo es muchas veces el idioma de los políticos. El rey Fernando y sus caballeros y la princesa de Aquitania y sus damas intentan engañarse mutuamente en el baile de disfraces de las coaliciones amorosas. Al terminar, la muerte del rey de Aquitania retrasa durante un año amores y casamientos. Se ha perdido la continuación que escribió Shakespeare, pero parece que sus personajes tuvieron que repetir las elecciones. [PDF]
María Chivite (PSN) ‘Tres sombreros de copa’, de Miguel Mihura
Dionisio, el protagonista de Tres sombreros de copa, se debate entre la vida aburrida que le promete su matrimonio con Margarita y la existencia bohemia que atisba al conocer a Paula en su última noche de soltero. De una forma similar, María Chivite tiene ante sí la alternativa de volver a la vida burguesa que le ofrece un pacto con UPN (aunque aburrido no es posiblemente el calificativo que mejor le cuadra al anterior matrimonio entre el PSN y los regionalistas) o rendirse a la emoción que ofrecen Podemos y Geroa Bai. “Los caballeros os quieren a vosotras…. pero se casan con las demás”, le advierte a Paula el bailarín Buby. Al final, a Dionisio no le queda más remedio que cumplir con su compromiso: “Sí. Me caso, pero poco”, le anuncia a Paula. Y resignado (”ahora veo que en mi novia no está la alegría que yo buscaba”) sale del hotel camino de su boda con Margarita. Pero, bueno, eso es teatro, y no una previsión de los posibles pactos. [PDF]
Laura Pérez (Podemos) ‘1789’ y ‘1793’, del Théâtre du Soleil
El 2 de enero de 1976, hace casi 40 años, el tiempo desde la muerte de Franco se contaba por semanas; el que faltaba para el nacimiento de Laura Pérez Ruano, por años. Ese día, el Lebrel Blanco estrenaba en Pamplona, dirigida por Valentín Redín, 1789, una obra escrita por el grupo francés Théâtre du Soleil unos años antes. El subtítulo, tomado de la segunda parte, 1793, era La ciudad revolucionaria es de este mundo. La historia que contaban, y cómo la narraban, con los actores entre el público, emocionados y emocionando ante la toma de la Bastilla, prefiguraba las asambleas del 15M. En 1793, el Ciudadano Carpintero proclama: “La democracia es el pueblo reunido en asambleas y que ejerce la totalidad de sus derechos”, algo que se podía haber oído en la Puerta del Sol en la primavera de 2011. 1789 termina con la masacre del Campo de Marte. 1793, con la creación del Comité de Salud Pública. Las revoluciones suelen acabar en las bayonetas o en las guillotinas. [PDF]
Miguel Zarranz (UPyD) ‘Esperando a Godot’, de Samuel Beckett
Miguel Zarranz y UPyD esperan a los votantes como Vladimir y Estragon esperan a Godot : con una esperanza resignada. En el primer acto de las elecciones de 2011, los electores no se les acercaron en Navarra, probablemente ahuyentados por su postura sobre los fueros. Ahora, para el segundo acto del 24M, algunos de los compañeros han cumplido la amenaza que hace Estragon de buscar otro sitio donde esperar a Godot , o a los votantes. Entre un acto y otro, al árbol que constituye el único escenario de la obra le salen unas pocas hojas. Pueden ser un símbolo que de Godot está más cerca. También de que ha pasado más tiempo del que piensan los protagonistas. Estragon, desde su inocencia, le dice a Vladimir: “Siempre encontramos algo para que nos dé la impresión de que existimos”. “Sí, sí, somos magos -le responde-. Pero perseveremos en lo que hemos decidido, antes de que se nos olvide”. Y en esas están ahora. [PDF]
Uxue Barkos (Geroa Bai) ‘La importancia de llamarse Ernesto’, de Oscar Wilde
Uxue Barkos mantiene con el nacionalismo la misma relación que Jack Worthing, el protagonista de la obra de Oscar Wilde , con Ernesto: en su casa del campo, Jack es un personaje sensato que cuida de una rica huérfana; en Londres, Jack asume la identidad de su imaginario hermano Ernesto, un crápula que puede vivir la vida que Jack no podría soñar. Podrían ser las caras nacionalista y no nacionalista de Geroa Bai. Cuando llega el momento de convencer a Gwendolen de que se case con él, diríamos que cuando se acercan las elecciones, esa segunda identidad es una molestia, y Jack anuncia que el calavera de su hermano ha muerto. La realidad es tozuda, y Ernesto revive, encarnado por un amigo. Cuando Jack niega que tenga ningún hermano, Cecily, la huérfana, le responde. “No digas eso. Por muy mal que se haya portado contigo en el pasado, todavía es tu hermano. No puedes ser tan falto de corazón como para repudiarle”. Puede ser falta de corazón. Puede ser exceso de cálculo. [PDF]
Ana Beltrán (PP) ‘Asesinato en la catedral’, de T. S. Eliot
T. S. Eliot no tenía una gran confianza en la política. “No veo nada decisivo en el arte del gobierno temporal, más que violencia, duplicidad y frecuente malversación”, dice uno de los sacerdotes al comienzo de la obra. Después de dos actos y un interludio en verso, escritos con un lenguaje poético y religioso, se produce uno de los cambios de tono más notables que se pueden dar en el escenario. Los cuatro caballeros que acaban de asesinar al arzobispo de Canterbury se vuelven hacia los espectadores para justificar sus actos. Ana Beltrán y el PP navarro se presentan a estas elecciones con su programa y sus actos en la Comunidad foral, pero también con el peso de lo que ha hecho su partido en el Gobierno de España. “Hemos servido a vuestros intereses, merecemos vuestro aplauso; y si hay algún tipo de culpa en esto, debéis compartirla con nosotros”, parecen decirle al votante, como hace el Segundo Caballero. [PDF]
Adolfo Araiz (EH Bildu) ‘Macbeth’, de William Shakespeare
Como a Macbeth, a Adolfo Araiz le persiguen los fantasmas de su pasado. La izquierda abertzale ha metamorfoseado sus nombres desde los tiempos de Herri Batasuna, siempre con el objetivo de cumplir una profecía que es, como la que le proclaman las brujas al noble escocés, la de hacerse con el poder. Cuando ETA asesinaba a quienes se le oponían, Araiz, en una curiosa pirueta del lenguaje, calificaba a los demás partidos desde la tribuna del parlamento de “enemigos de la paz” o se refugiaba en la inacción: “No somos quiénes para decirle a ETA lo que tienen que hacer”. Durante toda la obra de Shakespeare, el hecho, el acto, sirve en boca de Macbeth de eufemismo para sus crímenes. Tras asesinar al rey Duncan, escucha una voz que le dice: “Tú no puedes dormir, porque has asesinado al sueño”. A Macbeth le persiguen sus víctimas. A Araiz, sus palabras y sus silencios. Lo dice Lady Macbeth: “Lo que está hecho no se puede deshacer”. [PDF]
José Miguel Nuin (I-E) ‘Prometeo encadenado’, de Esquilo
Zeus decide encadenar al titán Prometeo en el Cáucaso por haber entregado el fuego a los hombres, y al final de la obra hará que un águila le coma el hígado toda la eternidad. Prometeo, que está muy orgulloso de su acción, alardea también de haber dado al ser humano la astronomía, la medicina, la navegación o la escritura, “donde se encierra la memoria de todo”. La rebelión de Prometeo contra los dioses (“sábelo bien: no cambiaría yo mi desgracia por tu servilismo”, le dice a Hermes) le convirtió en un héroe del marxismo, pero su estatua domina también el patinódromo del Rockefeller Center de Nueva York, un símbolo arquitectónico del capitalismo. Hoy, Nuin e Izquierda-Ezkerra tienen que hacer frente a Podemos, que puesta a asaltar cielos ha empezado por asaltar el de la izquierda. “Nuevos pilotos tienen el poder en el Olimpo; y, con nuevas leyes, sin someterse a regla alguna, Zeus domina y, a los colosos de antaño, ahora él los va destruyendo”. [PDF]
Javier Esparza (UPN) ‘El rey Lear’, de William Shakespeare
El anuncio de Yolanda Barcina de que no se iba a presentar a las siguientes elecciones tuvo algo del reparto de la herencia del rey Lear; el rechazo por parte de Esparza a que la expresidenta fuera en las listas de UPN, algo de la falta de agradecimiento de Goneril y Regan, que se cansan pronto de la presencia del padre en sus castillos. ¿Qué hacer con los antiguos dirigentes? “¡Cansados viejos, que siempre quieren mandar aunque dicen haber renunciado a ello!”, dice Goneril, tal vez anticipando lo que podía haber dicho Esparza de Barcina, o Barcina de Sanz. Los líderes se van, sus séquitos se quedan, para incordiar a los sustitutos. “Muchos otros de vuestra insolente comitiva, diariamente promueven disputas y pendencias, faltando a todo comedimiento con intolerable desorden”, insiste la hija desagradecida. Al final, el poder lo tiene quien lo tiene: “Ahora eres un cero a la izquierda; más valgo yo que tú”, se permite decirle el bufón a Lear. [PDF]
Diego Paños (Ciudadanos) ‘Antígona’, de Jean Anhouil
En febrero de 1944, en el París ocupado por las tropas nazis, se estrenaba la Antígona de Jean Anhouil. El autor francés no cambia la historia que escribió Sófocles. Antígona, hija de Edipo, se empeña en enterrar a su hermano, pese a que su tío, el rey Creonte, ha dictado que el cadáver no puede ser honrado, bajo pena de muerte. Es el debate entre el deber personal y la obediencia a la ley, y en aquel tiempo se podía leer como un debate entre la resistencia y la ocupación, aunque el rey tebano es demasiado razonable. Creonte le reprocha a Antígona que, como el resto de su familia, busque un enfrentamiento inútil: “Os hace falta un cara a cara con el destino y la muerte”. Cuando el rey descubre que han muerto Antígona, su esposa y su propio hijo, termina suspirando y asistiendo al consejo de la tarde. En Ciudadanos, como los otros partidos emergentes, parecen repetir la frase de Creonte: “Son tiempos revueltos para Tebas. Tebas se merece ahora un príncipe sin historia”. [PDF]
Los debates ‘Lope de Aguirre, traidor’, de Sanchis Sinisterra
La contribución de José Sanchis Sinisterra, el autor de ¡Ay, Carmela!, a los fastos de 1992 fue una obra de teatro sobre esa aventura equinoccial de Lope de Aguirre, que a las órdenes del batzanés Pedro de Ursúa descendió el río Marañón en busca de El Dorado. Aguirre se levantó contra Ursúa y contra el poder real en el Perú, y dirigió temerarias cartas a Felipe II, el rey (“aunque para mí y mis compañeros no has sido tal, sino cruel y e ingrato”). Como en los debates de la campaña, la obra está compuesta de nueve intervenciones de otros tantos personajes, cada uno en un tono distinto: reniegos, delirios, llantos, emociones, extravíos, razones, plegarias, soliloquios y confesiones. Al cabo, monólogos. Sobre toda la obra resuena en forma de coro una de las cartas de Lope al monarca, en la que ofrece su propio relato de la aventura. A los debates les falta, por encima de tanto monólogo, el coro de los ciudadanos y su versión de la historia. [PDF]
Los asesores ‘Cyrano de Bergerac’, de Edmond Rostand
Detrás de los políticos revolotean los asesores, alimentando a los candidatos con ideas, datos, frases… Del mismo modo que Cyrano presta sus palabras a Cristián para que conquiste a la bella Roxana, los equipos de asesores prestan las suyas a sus candidatos; como Cyrano, están dispuestos a defenderle en el fragor de la batalla. “¿Quieres que al completarme te complete? Tú en la luz, yo entre sombras a tu lado”, le dice el veterano espadachín al joven mosquetero para convencerle de que le deje escribir sus cartas y poemas. Lo cierto es que Cyrano está enamorado de Roxana, y los versos que Cristián le hace llegar a la bella son los que él le hubiera querido decir. Tal vez los asesores tienen en ellos la pulsión de la primera línea de la política, pero saben que no pueden llegar a lo más alto. Cyrano redacta su propio epitafio: “Por su nariz y su espada / terror de necios reposa /Cyrano bajo esta losa /¡lo fue todo y no fue nada!”. [PDF]
Los indecisos ‘Hamlet’, de William Shakespeare
Desde que, en el primer acto, Hamlet conoce, por boca del fantasma de su padre, que Claudio, su tío, le asesinó para acceder al trono (y casarse con su madre), hasta que le venga, cuando faltan muy pocos versos para terminar la obra, el príncipe de Dinamarca duda qué hacer. Primero, porque no está seguro de que no sea el Diablo el que le incita a cometer un crimen, y necesita pruebas contra su tío. Después, cuando ya las tiene, porque en el momento en el que está a punto de asesinarlo Claudio está rezando, y quiere condenarlo al tormento eterno. “Presta tu oído a todos los hombres, pero a pocos tu voz; recibe la censura de todos, pero reserva tu juicio”, le dice Polonio, el consejero al que matará tras un cortinaje. Decenas de miles de navarros todavía no han decidido. En algunos casos, todavía necesitan pruebas antes de tomar una decisión. En otros, todavía no saben con qué voto cumplirán mejor sus objetivos de fastidiar al contrario. [PDF]
Los descreídos ‘Las bodas de Fígaro’, de Pierre Beaumarchais
No es nuevo el escepticismo ante la política, ni alardear de ello. Las bodas de Fígaro es hoy sobre todo el título de una ópera de Mozart, aunque en realidad es una obra de teatro de Pierre Beaumarchais. El Conde de Almaviva, recién nombrado embajador en Londres, ofrece a su criado Fígaro la posibilidad de acompañarle. Fígaro sabe (y nosotros también) que lo que el conde quiere es beneficiarse a su esposa. Rechaza la oferta, y pinta un terrible panorama de la política: “Fingir que se ignora lo que se sabe, y saber lo que se ignora; escuchar lo que no se comprende, y no oír lo que se ha escuchado; sobre todo fingir más allá de las propias fuerzas; recatar como un gran secreto lo que de tal nada tiene; encerrarse para cortar las plumas y parecer profundo cuando se es, como se dice, hueco y vacío; representar bien o mal un supuesto personaje, (…) y tratar de ennoblecer la pobreza de los medios por la importancia de los objetivos”. Fígaro, un descreído del siglo XVIII. [PDF]
Los votantes ‘Un enemigo del pueblo’, de Henrik Ibsen
Con Un enemigo del pueblo, el escritor noruego Henrik Ibsen pretendía dar respuesta a las duras críticas que había recibido su obra anterior, Espectros, así que no tenía mucha confianza ni en la crítica ni en el público. En Un enemigo del pueblo, de hecho, arremete contra todo. El doctor Stockman, que ha descubierto que las aguas del balneario del pueblo están contaminadas, quiere hacer público su hallazgo. Primero se oponen las fuerzas vivas de la localidad, después, el conjunto de los habitantes. Todos temen que se acabe con la prosperidad. Stockman hace un vibrante alegato en contra de los votantes: “El mayor enemigo de la razón y la libertad que existe en nuestra sociedad es el sufragio universal”, dice ante sus convecinos. “Pienso luchar con todas mis fuerzas para combatir esa mentira de que la voz del pueblo es la voz de la razón”, añade. Culpar a los votantes suele ser el primer acto reflejo de quienes pierden unas elecciones. [PDF]
La jornada de reflexión ‘El gran teatro del mundo’, de Calderón de la Barca
Pocos géneros teatrales están tan orientados a la reflexión como el auto sacramental. En El gran teatro del mundo, Calderón presentó una alegoría de la vida humana representada ante el Autor del Mundo, también personajes de la obra. La representación tenía un aparato escénico destinado a deslumbrar a los espectadores del siglo XVII: “Prodigios verán los hombres/ en tres actos y ninguno/ a su representación/ faltará por mi descuido”, dice el mundo. Cuando el Autor va repartiendo los diferentes papeles (teatro dentro del teatro ), tiene claro lo poco que nos conformamos con nuestro destino, y hacemos bien: “Ya sé que si para ser/ el hombre elección tuviera/ ninguno el papel quisiera/ del sentir y el padecer;/ todos quisieran hacer/ el de mandar y regir”. Durante todo el comienzo de la obra, el Autor habla de que será su fiesta; caigamos en el tópico y hablemos de la fiesta de la democracia. Mañana es el momento en el que nos toca “mandar y regir”. [PDF]
Las votaciones ‘La vida en un hilo’, de Edgar Neville
En La vida en un hilo, Mercedes, que acaba de quedarse viuda, descubre que su vida habría sido muy diferente si una tarde, al salir de una floristería, no se hubiera montado para escapar de una tormenta en el coche de Ramón, sino en el de Miguel. Se lo cuenta Tomasita, una peculiar vidente que no ve el futuro, sino nuestros pasados posibles. “La vida de las personas, como el alma está en un hilo, casi se puede decir que depende del azar, y a todos nos llega un momento en la vida en que hemos de dudar entre dos o más caminos, no sabemos cuál es el que vamos a seguir, cuál es el que nos conviene más, hasta que escogemos uno”, dice. Hoy tomamos esa decisión. Sólo Tomasita sabrá dentro de cuatro años cómo nos habría ido si hubiera sido distinta. [PDF]
Telón
La representación ha terminado. Se han apagado los focos, las candilejas y las diablas; sobre el escenario ya solo queda la luz de ensayo. Han pasado dos semanas en las que creíamos que los candidatos estaban actuando, pero en realidad sólo hacían tiempo hasta que nosotros, los votantes, ocupásemos nuestro lugar de figurantes con vocación de protagonistas, como si la votación fuese una obra de Sanchis Sinisterra. Hemos actuado, hemos hecho mutis por el foro y no nos volverán a llamar a escena hasta dentro de cuatro años. Y dejamos al público, que somos nosotros mismos, un tanto perplejos, sin saber muy bien si considerar las siete voces que hemos llevado al Parlamento como un coro que canta la voluntad popular o como una cacofonía en la que la ciudadanía expresa sin rubor sus contradicciones. Hoy es el momento de reflexionar por qué a decenas de miles de navarros cuando llega el momento de votar les ha resultado irrelevante la postura que mantienen los partidos sobre la continuidad de Navarra como una comunidad diferenciada. ¿Es posible que no sepan, que no sepamos, a quién creer? En Así es (si así os parece) Pirandello cuenta una historia en la que, sin más pruebas, no está claro quién dice la verdad. “¿Ves esos locos? Sin fijarse en el fantasma que cada uno lleva dentro de sí mismo, corren llenos de curiosidad detrás del fantasma de los demás, y creen que es otra cosa distinta”, dice Laudisi. La vida sigue al terminar la función, aunque, como si fuera El sueño de una noche de verano de Shakespeare, La gaviota de Chéjov o Rosencrantz y Guildenstern ha muerto, de Stoppard, puede que aquí haya algo de teatro dentro del teatro. Llegarán las negociaciones para formar Gobierno, y puede que sean una comedia de enredo: El vergonzoso en palacio o El perro del hortelano son dos buenos títulos para lo que pueda pasar. Y, conforme pase el tiempo del poder, aparecerán hasta Celos del aire, como titulaba José López Rubio una melancólica obra ambientada en una casa de campo en Navarra. Se prepara una nueva obra y, como siempre, tenemos que exigir a quienes la representen seriedad y profesionalidad. Y que tengan claro que estarán sometidos a la crítica y el público. Hace algo más de dos semanas, al comenzar esta sección, recordaba, de forma inevitable, el verso de Shakespeare: “Navarra será el asombro del universo”. Por de pronto, los asombrados somos nosotros, que nos quedamos reflexionando mientras cae lentamente el telón. [PDF]