House of Cards, el drama político inglés por excelencia, tardó 23 años (contados desde su primera emisión) en tener una versión americana, que es muy diferente en tono y trama, aunque las dos hunden sus raíces en Ricardo III, la obra de Shakespeare sobre el ascenso al poder del malvado duque de Gloucester.
Lukacs no escribe una historia ordinaria y, aunque los acontecimientos más relevantes están ahí, da la impresión de que piensa que el lector ya los conoce, y lo que le parecen interesantes son las consecuencias.
Breaking Bad y Fargo comparten esta idea: el asesinato es el comienzo de una cuesta abajo que lleva a la perdición, aunque sea por un camino sinuoso.
La insatisfacción de los personajes, su desasosiego, el descontento con la vida que llevan es una constante; y, al mismo tiempo, casi todos se encuentran demasiado atrapados, o demasiado cómodos, y no afrontan un cambio de sus vidas.
Se trata de un relato desgarrador en el que trasluce la rabia por el abandono por parte de quienes tenían la obligación de protegerles y el miedo a morir.
Pérez, que observa con admiración la actividad de Cisneros, resalta varios ejes en la obra del cardenal, algunos de los cuales dan al personaje una curiosa modernidad.
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La puesta de sol en la playa de San Adeodato. #menorca (en Hotel Sol Menorca)
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